El aislamiento en los edificios Passivhaus es el mejor falso amigo que podemos tener cuando imaginamos que son los edificios Passivhaus. ¿Passivhaus?, fácil, “20 centímetros de aislamiento más y ya está” –como hace unos años escuchamos a un conocido arquitecto que no hacía Passivhaus y era escéptico-. Qué pena, mal camino este para entender el aislamiento en Passivhaus. Entonces, ¿para qué sirve el aislamiento en los edificios Passivhaus?
Imagina un frigorífico. Los alimentos se conservan dentro. Claro, hay un motor que produce frio, así cualquiera ¿Qué pasaría si el frigorífico no estuviera aislado?; pues que el frio se escaparía por todas partes. Ahora, imaginamos que el motor se para y deja de enfriar. ¿Qué sucede?; pues que los hielos aguantan un buen rato, horas y horas, puede que hasta el día siguiente. Vamos al campo o la playa con la nevera de plástico. Usamos la bolsa térmica en el supermercado para llevar los congelados a casa. El aislamiento, vaya. El aislamiento en los edificios Passivhaus.
¿Qué ha sucedido en esos ejemplos? ¿Qué relación tiene con los aislamientos en Passivhaus? Pues que hemos cambiado radicalmente el rol de los componentes de una casa. Los hemos alterado y los hemos reasignado. Les hemos dicho a las funciones tradicionales de una casa que, ahora, tienen que operar de otro modo. Que ya no hacen lo que hacían y que no tienen ya razón de seguir haciéndolo tal cual lo hacían. Esto es el aislamiento en una Passivhaus.
Como es conocido hasta por los que ni siquiera han oído hablar de Passivhaus, cuando vemos una casa es fácil entender que estamos viendo una envolvente. Que el edificio es un “contenedor” donde vivimos “dentro” (no se líen con lo de “contenedor” o “dentro”, es solo un modo de decirlo). En Passivhaus, esa envolvente está compuesta de varias capas y, una de ellas es el aislamiento. En una casa convencional también hay varias capas, pero es más simple –ladrillo, cámara de aire con algo de “corcho blanco”, yeso por dentro y cemento por fuera (tampoco se líen con esto, es solo otro modo de decirlo). Y aquí viene el cambio.
El frio y el calor han sido funciones asignadas a la climatización, en Passivhaus, esa función se asigna a la envolvente.
En los edificios convencionales el frio y el calor han sido funciones que siempre se han asignado a la climatización. Es decir, a la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano. Han sido las instalaciones las que nos han provisto de la temperatura interior adecuada. Las máquinas han tenido esa función. Y estas máquinas consumen energía, “mucha” (no se líen con esto de “mucha”, cada vez son más eficientes); pero mucha en comparación con las casas pasivas. Y aquí viene el cambio otra vez.
Esta función de frio y calor en los edificios Passivhaus ha sido reasignada a la envolvente. Sí, al aislamiento, mejor dicho, al conjunto de capas que componen la envolvente. Donde el aislamiento es pieza ineludible.
Imaginemos esta escena: llegamos a casa en invierno y está fría. ¿A quién regañamos? ¿A quién atribuimos la responsabilidad? ¿Le echamos la bronca a la calefacción o le echamos la bronca al aislamiento –a la envolvente-?
Respuesta: si nuestra casa es convencional, juramos en nombre de la calefacción. Si nuestra vivienda es Passivhaus, juramos en nombre del aislamiento. En el primer caso la solución está a la mano, encendemos la calefacción o aumentamos la temperatura y consumimos energía. En el segundo caso no tiene arreglo. Si nuestra Passivhaus está fría en invierno –digamos, a 14 grados (no se líen con esto de los grados, es solo un modo de decirlo)-, es que algo ha ido mal en el diseño o la construcción. Porque es muy raro que una Passivhaus baje hasta esa temperatura en invierno. No es lo suyo. Aquí algo pasa. Y, sí, es cierto que puede pasar con cualquiera de los componentes de la envolvente, no solo el aislamiento. Puede suceder con los puentes térmicos, la hermeticidad, las infiltraciones, el control solar, etc. Pero el aislamiento es el primer “culpable”.
Tomado de modo aislado, el aislamiento no aísla.
Moraleja: el aislamiento en una Passivhaus es parte intrínseca del concepto Passivhaus. Tomado el aislamiento de modo aislado, el aislamiento no aísla. ¿Se acuerdan?: el aislamiento está aislado, quien lo “desaislará”, el aislador que lo “desaísle”, buen “desaislador” será (no se líen, es solo un juego de palabras).
Ni siquiera está bien expresado esto del “aislamiento en Passivhaus”. Como si por un lado estuviera Passivhaus y, por otro, el aislamiento. No hay distinción. El aislamiento aísla, ya sea del frio o del calor, pero no se aísla a sí mismo. En las casas convencionales, es frecuente comprobar como los propietarios han puesto más aislamiento, tal cual, el aislamiento aislado. Bueno, ya saben, San Algo hará.
No hay nada más activo que la función pasiva que el
aislamiento hace
El aislamiento explica por qué Passivhaus significa casa “pasiva”. Porque no hay nada más activo que la función pasiva que el aislamiento hace. De modo pasivo, sin hacer “nada” -¡sin consumir energía!- nos conserva la temperatura en verano y en invierno. Es su misión. No la de la climatización. No hace falta “activar” lo pasivo en la casa pasiva.
Los aislamientos en Passivhaus son la vida misma de la expresión pasiva. Y esto no es un modo de decirlo
Luis.
Deja un comentario