Una casa pasiva es una gran cosa. Qué otra cosa os podemos decir. Se vive muy bien en una casa pasiva, con una sensación perceptiva homogénea en las condiciones de temperatura, calidad del aire, confort y algunas más. Y como os lo decimos desde nuestra Passivhaus Premium desconectada de la red y en régimen de autoconsumo, pues mejor que mejor. La podéis ver aquí: www.pasivapositiva.com Y la foto de este artículo ya te muestra donde está.

La experiencia de vivir en una casa pasiva

A Pasiva Positiva le pusimos este nombre porque nos enseña muchas cosas acerca del edificio, la movilidad y la ciudad en general. Bueno, la verdad es que los socios de Formación Passivhaus ya vivimos esta experiencia de lo que sea una casa pasiva todos los días. Luis en Pasiva Positiva, el edificio demostrador real único en España. Anne y Nuria en Vand Arquitectura, su estudio rehabilitado Passivhaus. Y, Nuria, en una casa pasiva rehabilitada –Passivhaus Retrophit también se llama-. Vaya, parece que conocemos razonablemente como es una casa pasiva… Vivimos y trabajamos en ellas y, además, llevamos en esto desde hace años.

Con todo, no está dicho que esto sea inapelable, se admiten distintos pareceres al respecto; solo faltaría. Además, por ejemplo, hay 14 millones de entradas en YouTube que responder a la entrada “cómo es una casa pasiva”, el 99,99% describen los 5 principios, los 5 criterios, etcétera. No es cuestión de repetirse. Y, si hay que hacerlo, abajo te proponemos el video que hizo el Consorcio Passivhaus, del que fuimos fundadores y primeros directivos entre 2016 y 2019.

Cómo es el diseño de una casa pasiva

La casa pasiva tiene esto de distintivo: se comporta ante el clima externo con una solidez y regularidad que no habíamos conocido antes y que no sospechábamos que existía. Para un usuario, la casa pasiva se revela una de las mejores decisiones de su vida. Sea pequeña o grande, en el campo o en la ciudad -si es esta distinción tiene sentido ya-, nueva o rehabilitada.

Cuando se diseña la casa pasiva, se calcula expresamente -repito, expresamente- para la ubicación y el clima en donde se ubicará. Es una cuestión de estadística y probabilidad con la que se responde a la pregunta ¿a qué condiciones climáticas tendrá que hacer frente la casa pasiva durante decenas de años? De modo que, así por fuera, así por dentro.

Por fuera, lo que quiera. Por dentro, produce condiciones estables de temperatura, confort y calidad del aire. Aquí, la palabra estabilidad significa que va a operar en una horquilla de condiciones que varía entre magnitudes predefinidas. Por ejemplo, con temperaturas entre 20 y 25 grados. Todo el año. Sí, todo el año. Aunque afuera tengamos 5 grados bajo cero o 38 sobre cero. Acorde con la idea de probabilidad, no se descarta que se den algunas días por debajo o por arriba del rango 20/25. Incluso, puede llegar hasta 17 grados o 26 o 27. En estos casos se activa el aporte de calor y frio con el que la casa pasiva está diseñada y equipada. Siempre será un aporte más pequeño que el de la casa convencional y por menos tiempo; es decir, menos consumo y, el que haya, de extrema eficiencia.

Y, ahora, ¿Cómo estamos nosotros dentro? Bien, claro. En la casa pasiva sentiremos una distribución homogénea de la temperatura en un ambiente estable. Si tenemos la suerte de haber podido elegir la orientación de la casa -por ejemplo y en general, al sur-, la luminosidad de las habitaciones y las salas principales nos proporcionará un placer añadido. Los ojos van a descansar. Comprobaremos que no encendemos la iluminación de la casa hasta muy tarde. Estaremos viviendo en la casa pasiva apenas con el consumo del frigorífico y el de las propias máquinas del cuarto de instalaciones. Muy, muy poco, ya te digo; que llevamos años como usuarios de casas pasivas como para no haberlo comprobado.

En la casa pasiva existen riesgos, vaya si existen. En muchas investigaciones realizadas en la Unión Europea sobre casas pasivas, el sobrecalentamiento figura como el principal factor desestabilizante de esa homogeneidad que antes dijimos. Nuestra piel, uno de los mejores sensores que existe, lo entiende rápido: hace calor. Sudamos, estamos incómodos. Por algún lado ha entrado más calor del necesario o no salió por la noche el que tenía que salir. Nos preguntamos qué va mal. ¿La casa pasiva bien diseñada? ¿bien calculada y distribuida y equilibrada la instalación de ventilación? ¿suficiente el aporte de frio en verano? Dedicaremos una entrada del blog a esto, porque tiene importancia y la solución es relativamente fácil, ¡pero hay que saber por qué!

Seguro que ya te has percatado que estamos respondiendo a como es la casa pasiva desde una única perspectiva. Sí, la casa pasiva como percepción sensorial. Como experiencia sensitiva. ¡Vaya cosa!, como si todas las casas no fueran una experiencia de algo. Bueno, no decimos que no, más bien que sí.

Lo que diferencia a la percepción de la casa pasiva con la percepción de las casas actuales es la ausencia de elementos disonantes. Se nota en la piel y se escucha en el lenguaje. En el uso de expresiones que utilizamos para comunicar la experiencia de la casa pasiva. Por ejemplo: “niño, no vayas a esa habitación que está fría o tiene la calefacción apagada” o, “me quito de la ventana que hace frío o calor” o, “no vayas descalzo” o, “esa parte de la casa está más caliente o fría que esta otra” y similares. Frases habituales que damos por descontado que describen nuestra relación con la casa y ni nos damos cuenta de que las usamos. Como si no hubiera otras. Cierto, si así vivimos. ¿Entonces? Entonces la casa pasiva te propone renovar muchas frases que describen nuestra experiencia en la casa. Y no solo para la casa.

Luis.

¡¿QUIERES SABER MÁS?!

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