¡Puente térmico! Afuera hace mucho frío, llega un amigo, te da la mano y le dices “¡uy, que manos más frías tienes! ¡Puente térmico!

El calor de nuestra mano huye hacia el frio de la otra mano. Al detectar el frio de la mano de nuestro amigo, allá que va nuestro calor.  Ojo, se va por la mano fría, que es lo que atrae nuestro calor. No todo el cuerpo de nuestro amigo estará frío. Esta mano fría es por donde escapa nuestro  calor, el puente por donde cruza. “Adiós  -dice- me voy por aquí”, que es por donde más rápido y con menos resistencia se marcha de nuestra mano calentita nuestro calor.

Enhorabuena, has generado un puente térmico. El calor es así, no es que vaya “hacia arriba”, es que se  va hacia donde está el frio y por donde más rápido pueda irse.  En una casa, la experiencia más habitual la tenemos cuando estamos al lado de una ventana de baja calidad y “nos transmite el frío”. Este es otro puente térmico, pero este no es para felicitarse.

Los puentes térmicos de la piel son un poco especiales porque está todo el rato auto-regulándose para que la transmisión de calor y frio sea óptima. Me temo que lo que se llama “piel” del edificio o envolvente, no llega a tanto. Pero quiere parecerse, sobre todo si es Passivhaus. Al fin y al cabo, el asunto es como regular y tener bajo control la transferencia de calor en nuestra casa, la relación entre interno y externo a la casa. Esa transmisión sucede siempre, claro, lo que pasa es que para que podamos llamarlo puente térmico la cuestión clave es la velocidad a la que se transmita esa temperatura.

Puentes térmicos y Passivhaus

En Passivhaus es típico decir que una edificación nueva está libre de puentes térmicos y una rehabilitación, obviamente, diríamos que sí va a tener puentes térmicos. La cifra y la unidad de medida es esta -perdón por introducir una expresión matemática, no era nuestra intención-: coeficiente lineal de pérdida mayor que 0,01 w/mK. ¿Veis que hay w –vatios-, m –metros- y K -la escala Kelvin-.  Que no expresa otra cosa que la energía que se va –que se mide en vatios- y la distancia que recorre al irse –que se mide en metros- y, claro, eso hay que ponerlo en una escala previamente dada para que signifique algo –la del cero absoluto de temperatura (-273’15 grados),  que creó uno que se llamaba Thompson, que como era Barón de Kelvin, pues con el nombre del Barón se quedó la escala.

Todo esto quiere decir que, aunque la casa tenga puentes térmicos  – ¿Quién sabe bajo qué criterios del cliente o materiales las tendremos que diseñar, nuevas o rehabilitadas?- , sino que, de haberlos, los tenemos bajo control, minimizados o mitigados y sin impacto apreciable en el balance energético de la casa y nuestro confort y salud.

Porque si esto no es así, aunque no veamos sus efectos a simple vista o por un tiempo, al final, veremos los puentes térmicos. Normalmente hay puente térmico cuando:

  • Notamos pérdida de temperatura en nuestra casa o alguna habitación, o el consumo de energía sube sin saber muy bien por qué.
  • Las temperaturas superficiales son bajas. Ponemos la mano en la pared o en vidrio de las ventanas y las percibimos más frías.
  • Disminuye el control térmico que teníamos de la casa, es más difícil ahora “regularla”.
  • ¡Ay!, el célebre moho, que aparece y lo vemos y puede que esté extendido tras la placa de cartón-yeso.
  • Y la humedad, claro, la condensación que se produce en el puente térmico donde, esta vez, el “puente” lleva agua también.
  • Si, simplemente “huele a húmedo.”

Ya ves, de este modo sale el calor de nuestra casa. Por algún lado salió a dar la mano. O, tal vez, antes de salir del todo, el saludo se produjo en algún lugar del propio muro. Por ejemplo, en el aislamiento, y ahí hicieron una buena fiesta que terminó con la bebida por los suelos, mojándolo todo, antes de salir por la ventanas ya de madrugada.

Vamos detective. A mirar, a oler y a tocar puentes térmicos. Si quieres más diversión, hazte con una cámara termográfica. Busca puentes térmicos en los encuentros de los materiales, en las esquinas, en la ventana con el muro, en el suelo con la pared, en el techo.

Para que el puente térmico no aparezca, decimos que el diseño, cálculo y construcción Passivhaus necesita:

  • Todo conectado en toda la envolvente completa del edificio. Incluido el suelo.
  • Nada interrumpido.
  • Y, si al final la penetración de un elemento en la envolvente es inevitable, que la conductividad resultante sea lo más baja posible –muy lenta, con muy poca energía-.
  • El puente térmico tiene que estar calculado en su impacto.

Pide al diseñador Passivhaus que te muestre las termografías de tu casa –en colores, como la foto de este artículo, que es de Rafael Royo-, para que veas de un modo muy intuitivo como se produce el apretón de manos en tu casa y como mantiene a raya el puente térmico.

Luis.

¡¿QUIERES SABER MÁS?!

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